«El corazón siempre recuerda aquellos lugares en los que hemos sido felices». Homer Simpson.
LLCB. Lluvia. Lágrimas. Cabeza baja.
Rue Nationale. Inmobiliarias. “Desolé”. Apartamentos, escaleras de caracol, muebles sí, muebles no. Desesperación. Más lágrimas. Albergue, 10 días. Rue Arago, sucio, tranquilo, obras, CAF, BNP, alquilado.
Boulevard Victor Hugo. École Arago. Lidl, los cereales de los pingüinos, el salmón congelado, los nachos. Este, Parc Jean Lebas. Atardecer, La forja, el berrinche de un niño jugando al fútbol. Un ser humano. Oeste, Porte de Postes. Tráfico, drogas, zona chunga, la tienda de burkas en la rue de Postes.
Rue d’Artois. Clase de piano insonorizada. Boulangerie, olor a croissants recién hechos. Lavandería. La CAF, gracias. Église de Saint Michel, gótico brabante, de Bélgica, siempre cerrada. Solferino, cervezas, fiestas, luces, partidos de fútbol. Hala Madrid. Allez le LOSC. El CRIJ, Centre de Renseignement et Information pour la Jeunesse, gracias.
République. Plaza de los Derechos del Hombre, en fait. Palais de Beaux-Arts. La préfecture. La fuente. Tomando el sol en marzo, una coca-cola, una buena conversación, gente de todos los colores, helados de todos los sabores, cervezas de todos los aromas. Lille se disfruta en momentos como este.
Rue de Béthune. El Subway. El McDo, lugar para relajarse. La salsa samurai, garganta quemada, estómago resentido. Tiendas. Pain au chocolat. Saint-Maurice. Arquitectura perfecta. San Antonio. Evasión, pensar, llorar. Tendrá su homenaje. Lille se disfruta en lugares como este.
Rue Neuve, pasillo a la Grand’Place. Plaza del general De Gaulle, en fait. La Cámara de Comercio se levanta sobre la Vieille Bourse. La noria en Navidad, una ciudad de cartón piedra. Terrazas. La Déese sobre la fuente. Gente de todos los colores, bocadillos de todos los ingredientes. Lille se disfruta en lugares como este.
Le Furet. El McDo. “Un double latte, svp.” Un pain au chocolat metido destrangis. Segunda, cuarta, quinta planta. Vistas a la Grand’Place. Una buena conversación. Lille se disfruta en momentos como este.
Place du Theâtre. Opera. Cámara de Comercio, salones, gracias. Francia y la educación. Algo que aprender.
Vieux Lille. Esquermoise, Lepelletier, Basse, Barre. La tienda de macarons, los escaparates lujosos y los escaparates apetitosos, la catedral, la tienda friki. Adoquines, macetas, tejados a dos aguas, ventanucos, como mucho tres pisos. La carbonnade, el welsch, el potjevlesch, la flamiche au maroilles, la tarta de cerveza, camisones, saltos de cama, enanos que silban, ch’tis, el norte.
Vauban. Su jardín, su citadelle, estrella, cascada, verde, rosa, morado. La Deûle, cadáveres, patos, gente haciendo jogging. Patatas fritas, el norte. Un zoo deprimente, un parque de juegos aterrador, desierto en noviembre, abarrotado en abril, un escalofriante oso de peluche que pilota un tren.
La gare. Lugar de quedada, centro neurálgico, la voz de la mujer de megafonía anuncia el tren a Lens. “Il desservira Libercourt, Dourges, Hénin-Beaumont, Billy-Montigny, Coron de Méricourt, Pont de Sallaumines”. Les 3 Brasseurs. “Une ambrée 33, svp.” Lugar de reunión. Risas, una buena conversación, en español o en francés.
Marta, Pablo, Martha, Cris, Cris, Noe, Juan, Alex, Nathan, Joshua, Daniel, Craig, Nacho, Marina, Martín, Gabriel, Ernest, Micka, Clément, Irati, Aram, Julien, Amar, Diego, Andrés, Luismi, Jaime, Alex, Jaime, Paloma, Julián, Coral, María, Antonio, Elena. Lille se disfruta con gente como esta.
LLCA. Lluvia, lágrimas, cabeza alta.